lunes, 1 de agosto de 2011

QUIÉNES SOMOS


LÍNEAS GENERALES Y DE CONSTRUCCIÓN

Estamos al frente de una serie de oportunidades y posibilidades históricas, con sus caminos inéditos, llenos de riesgos de mil tipos. Pero nos ha tocado estar aquí y ahora, y de nuestra capacidad de conciencia, de nuestra consecuencia práctica, de nuestra fortaleza ideológica, de la calidad de nuestras acciones, del nivel de nuestros compromisos depende, en un alto grado, que esos objetivos se alcancen. Claro, no somos los únicos, ni los primeros, ni tampoco seremos los últimos, pero debemos sentirnos complacidos de que en un momento tan complicado e interesante, podamos tener la posibilidad de contribuir y ser parte de una historia que está por escribirse. Los retos, más que objetivos y metas son los que nos recuerdan permanentemente que estamos en una lucha y en una apuesta política.
En este sentido, es completamente necesaria la articulación para la formación de movimiento social y político para la transformación y construcción nacional, FCS+ busca ser parte de los propulsores para que la dinámica de movilización social trascienda su particularidad y constituya un proyecto histórico que potencie las convergencias políticas, ese es el gran reto. Del reconocimiento de la importancia de la movilización social regional, de re-conceptualizar en la práctica sus alcances, es necesario dirigirnos hacia la afirmación de su potencial político transformador; sin que ello signifique idealizar sus procesos y alcances, pues la movilización social por sí misma no constituye una fuerza transformadora, y puede quedarse anclada al juego reivindicativo o en las inconsecuencias de la gestión y la ejecución de proyectos sectoriales.
Así, Nuestro papel en la construcción de movimiento político, se centra en el desarrollo de una corriente de pensamiento crítico y de acción transformadora, acorde con la realidad del país y las necesidades de transformación y avance de sus movimientos sociales y populares.
Su concreción no se logra por simple enunciación, es más, nos enfrentamos a un escenario que existe a consecuencia del desvanecimiento de referentes políticos y de masas. Hoy requerimos indiscutiblemente hacernos participes en los procesos de reactivación de estos referentes, teniendo en cuenta que no estamos experimentando, que contamos con acumulados de análisis y de acción importantes de los cuales hemos aprehendido que nuestro papel no puede ser asistencial o de acompañamiento, sino por el contrario debe estar en relación directa con el poder, ubicándolo –al poder- como objetivo que debe ser concretado.
Esta corriente no puede ser tímida, es preciso que asuma la realización de acciones al interior del entramado de relaciones sociales y políticas a las cuales tiene acceso, evitando dar hechos y actores por obvios, buscando los ejes que concentren mayor energía (intención política, cuadros, confrontación directa – indirecta con el poder, nuevas relaciones) y por ende la capacidad de ser una opción subvertora, susceptible a ser tejida y articulada a otros procesos dependiendo de sus especificidades, en la intención de conformar movimiento político y popular. Estas dos intenciones deben ser evidenciadas constantemente al interior de las expresiones de lo llamado político formal, del movimiento social y popular y de la sociedad en su conjunto, ante la necesidad de concentrar las identidades e intereses dispuestos desde diversas formas de actuación a la eliminación de las condiciones de explotación y dominación existentes.
En el espacio de fragmentación política actual nuestro papel, además de los antes mencionados, es observar de la forma más compleja e integral la situación del país; es un error leer de manera distanciada a las organizaciones políticas y sociales, leerlas fuera de contexto o bajo prejuicios que tal vez no permitan identificar las oportunidades que éstas ofrecen. Debemos facilitar la apertura de escenarios de encuentro, difusión y posicionamiento popular y de sus agendas programáticas con el fin de integrar y sistematizar el ideario de nación en el actual contexto, utilizando todas las herramientas que hemos construido y con el firme objetivo de aportar en la construcción del socialismo “a la Colombiana.”
Cuando hablamos de poder hablamos del poder en cada uno de los escenarios y contradicciones que vamos afrontando, en lo académico, en la construcción social y territorial de base, en los escenarios más formales de la política, en cada uno de ellos debemos tender al fortalecimiento de los procesos populares en la idea de avanzar en la construcción de agendas sociales convocantes y movilizantes del grueso de la sociedad buscando siempre el diálogo con las expresiones y experiencias históricas de la izquierda.
La construcción de un movimiento político y popular implica entonces la determinación y acción en los distintos escenarios y entre ellos, en aquellos propios de la política formal y electoral, comprendiendo su justa medida y papel, sin los “esperemos a ver qué pasa”, sin las medias tintas, sin la distancia que todo lo critica desde una posición prístina.

Para lograr dichas apuestas desarrollamos las siguientes líneas estratégicas:
1. La articulación de movimiento a movimiento, en donde las distintas experiencias y procesos colectivos empiecen a ser reconocidas y reconocerse y en donde nosotros debemos hacer arte y parte.

2.La articulación de manifiestos, que no puede ser sumatoria de reivindicaciones, sino la construcción de una propuesta de construcción programática de nación, desde la identidad que reconoce la diferencia, consolidando de esta manera lo común.

3.La articulación de saberes, que trascienda la traducción de tradiciones culturales y se precipite a el reconocimiento de otras matrices civilizatorias distintas a las impuestas por la sociedad burguesa, matrices que en sus contenidos apuestan por la refundación de una sociedad constituida por otras racionalidades y otras formas de comprender el lugar de los seres humanos en el cosmos, que se reivindican más allá de los postulados decimonónicos de la revolución francesa e industrial, reconociendo el humanismo emancipatorio forjado en la modernidad.

4.La movilización social y popular: entendida como la capacidad que tienen los sujetos subordinados de organizarse y movilizarse para construir y luchar por la vida digna y de esta manera, aparecer, ser visibles, ser historia y gobierno.

5.La construcción de liderazgo político de lo social: entendida como la necesidad de tender puentes entre lo “social” y lo “político” que han sido erróneamente separados y contrapuestos. Hoy es necesario que los procesos y demandas sociales hablen políticamente, sean sujetos políticos visibles y reconocidos, comprendidos como parte y sentido de la política misma. Esto implica en la práctica, como parte estructurante de las dinámicas sociales y populares en las cuales estamos, no solo como ayudantes y apoyos (hay que tener en cuenta que las maneras de ser y hacer movimiento social y popular son diversas también, de modo que no hay que limitarse a una sola o encerrarse en formas endógenas). Ser y comprenderse como parte del movimiento social y popular es impulsar liderazgo político a su interior. Hay que atreverse a ser voceros  y potenciar distintos tipos de liderazgos en los procesos de los cuales hacemos parte.

Por otra parte, comprendiendo las distintas maneras, momentos y necesidades de la construcción, sabemos que la política se realiza de forma distinta en los distintos niveles:
  • La política programática tiene como finalidad construir la estrategia y parte de un reconocimiento profundo de la formación social. Busca construir los referentes mayores y se construye en una contradicción profunda con la derecha.
  • La política pública se define por la capacidad de hacer e incidir en el gobierno, define luchas tácticas indispensables para que determinada propuesta tenga referentes fácticos, así como para poner en juego posibilidades concretas, tanto reivindicativas, como de plataforma.
  • La política de acción es la agitación y la movilización política, en donde se ponen en juego los liderazgos sociales en forma de acumulados políticos. Es en términos democráticos, la capacidad de hacer campaña o en otros términos, la capacidad de incidir en determinada cultura política, sea en la plaza pública, o en la orientación de prácticas con resultados a corto alcance.
  • La política del debate es la que se genera al interior del bloque subordinado y sus diversas expresiones políticas. Es la lucha interna de la izquierda como tal, y tiene como principio unirse en lo fundamental, abrogar por la radicalidad y estar prestos a reconocer los alcances de nuestra capacidad real.

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